Entre otras cosas porque no hay suficiente voluntad de hacerlo,
porque la sociedad en general no tiene un convencimiento pleno de que eso sea
necesario.
Las ideas más básicas y a la vez fundamentales en que se apoya
la sociedad están sostenidas por los robustos pilares del patriarcado que
estructura a esta sociedad mayoritariamente machista.
Porque a pesar de los muchos avances conseguidos, no hay
verdadera concienciación, no hay verdadera voluntad de erradicar un machismo
perfectamente afianzado a través de generaciones.
Y no se acaba con esto porque aunque los logros en los últimos
años haya sido tan importante, lo ha sido más en la forma que en el fondo.
Estamos cansadas de ver como desde las propias instituciones se llevan a cabo
actividades muchas veces politizadas y elaboradas sólo con afán de "cubrir
el expediente", "de salir del paso", sin que haya un auténtico
compromiso ni con la prevención, ni con las víctimas de los malos tratos.
Por otro lado, la misma sociedad que reacciona contundentemente
ante una muerte por violencia machista, apenas si da importancia a todas esas
señales previas -los micromachismos- que llenan nuestra vida cotidiana y que
son indicadores de una violencia latente hacia la mujer, violencia de
baja intensidad, que no son sino la semilla que vamos sembrando, apenas sin
darnos cuenta, y que un día germinará en más maltrato.