viernes, julio 20, 2012

SIN PERDÓN PARA EL MALTRATADOR, por Miguel Silveira

Quisiera dejarlo meridianamente claro. Si a estas alturas llevásemos sesenta y tantas muertes de mujeres a manos de los terroristas ¿no habríamos salido en manifestación? Este artículo no es a favor de las mujeres maltratadas, ni en contra de los hombres, sino solo en contra de los maltratadores de mujeres. 
Contra el maltratador hay que ser implacables, no solo las maltratadas sino por extensión todos nosotros, no solo las mujeres. Si bien llevamos sesenta y tantos caso de crímenes sobre mujeres a manos de sus parejas eso no es sino la punta del iceberg. Hay que multiplicar esos sesenta y tantos casos de maltrato por muchos miles en este país, que no acaban en crimen afortunadamente. 
El maltrato psicológico y físico es un cáncer en nuestra sociedad y hay que curarlo cuanto antes. Al maltratador se le debe castigar en cuanto que se pasa, parar en cuanto abusa o insulta la primera vez, detener en cuanto que le da la primera bofetada a una mujer, denunciar en cuanto que la mujer recibe las primeras señales de abuso físico sobre todo ya que lo psicológico se puede enmascarar y no retirar la denuncia por mucho que diga que se arrepiente.  Por retirarlas muchas han encontrado la muerte a los pocos días o semanas. 
El maltratador no suele arrepentirse. Si el maltratador percibe que la mujer se encoge esta tiene la batalla perdida de antemano. Hay que animarlas a que se enfrenten con valentía y firmeza ante los primeros signos de abuso por parte del varón. Abuso consistente en prohibir a su mujer vestir de una determinada forma que a él le desagrada, en humillarla o despreciarla en público jactándose de ello, en prohibirla salir con sus amigas a tomar un café o a una cena de empresa, en racionarle seriamente el dinero si esta lo sabe administrar o en amenazarla con agredirla. 
Al maltratador, que fuera de casa suele ser encantador, y dentro de casa un ogro insoportable, hay que tratarle sin piedad. 
Quiero dejar constancia para que se me entienda que condeno igualmente a esas mujeres que pueden aprovecharse de varones buenos para despojarles de sus bienes. Eso no vale y deben también ser descubiertas y pagar la factura. Pero al maltratador habría que extirparlo como una mala hierba, porque es un ser injusto y dañino no sólo con su mujer sino con toda la sociedad por extensión. Las mujeres no deben consentir nunca desde el principio ni un insulto, amenaza,  una humillación sea pública o privada ni una bofetada por supuesto.

Miguel Silveira. Psicólogo de cabecera.

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