viernes, enero 27, 2012

MALOS TRATOS Y TOLERANCIA


En la sociedad en que nos ha tocado vivir, la situación de la mujer -por lo general- ha evolucionado, ha mejorado considerablemente, pero esto no ha sido por un arranque cualquiera de espontaneidad. Se ha debido, mayormente, a la lucha continuada de diversos movimientos sociales, especialmente los feministas y de derechos humanos, así como a directivas de organismos internacionales en defensa de la igualdad y de los derechos de la mujer y contra la violencia.
En cualquier caso, vemos, no sin cierto estupor que ha cambiado más en la forma que en el fondo.
Resulta duro creerlo, pero justificamos y racionalizamos para defendernos de esta terrible realidad. Lo peor es que frecuentemente la eludimos culpando a la víctima y justificando al agresor o lo que es igual, con marcada actitud de tolerancia. Y se racionaliza la violencia contra la mujer vinculándola al alcoholismo u otras adicciones, a celos, a marginación, a enfermedad mental así como a otros factores externos. Pero en definitiva, son elementos que no hacen más que actuar de desencadenantes, pero que nunca, nadie, ha sabido explicarnos como esas circunstancias, y no otras, convierten automáticamente a los hombres en agresores y en víctimas a las mujeres.
Ni la tolerancia ni el propio fenómeno de la violencia de género conocen fronteras, ni culturas, ni tiempo. Se manifiesta allí donde la desigualdad entre hombre y mujer lo permite y los mitos y creencias populares la justifica y socializa, haciendo que todas las personas tengamos integrada esta vergonzosa tolerancia.
Reconocer y transformar esas actitudes es esencial y necesario para hacer un modelo de sociedad igualitaria, más justa y mejor. 

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