domingo, junio 24, 2012

POR QUE LA MUJER MALTRATADA NO DENUNCIA A SU AGRESOR???


POR QUE LA MUJER MALTRATADA NO DENUNCIA A SU AGRESOR???

Frecuentemente, se le increpa a la mujer maltratada -por parte de las instituciones y de la sociedad en general- el hecho de no denunciar a su agresor al objeto de poder poner en marcha los medios suficientes para su protección. Efectivamente, en la actualidad se cuenta con un marco normativo legal y con unos medios, que si bien, han demostrado no ser suficientes, si suponen un amplio despliegue de medios con los que antes nunca se contó. No obstante lo anterior, y respetando siempre la importancia y la necesidad de denunciar los hechos delictivos, me gustaría hacer algunas puntualizaciones al respecto:


Considero que incidir tanto en el hecho de que la mujer víctima no denuncia a su agresor es tanto como cargarla con la responsabilidad o la culpa, de sus malos tratos e incluso de su propia muerte. Tal vez sería mucho más práctico y lógico que las instituciones o servicios creados al efecto, se planteen, de una vez, sin hipocresía y sin complejos, qué se hace mal para que no cese esta escalofriante cadena de asesinatos machistas.


La potencial criminalidad de un maltratador no es fácilmente calculable. Su comportamiento es imprevisible, ya que está motivado por la particular interpretación que él tiene de los hechos, más que de las circunstancias reales. Su ira puede ser irrefrenable y de tal contundencia que no es necesario esforzarse para ver sus resultados. Maltrata porque ya hay una predisposición a ello, ya hay una intención. Y mata por la misma razón. No es consecuencia de un impulso incontrolado, ni de “un mal momento” como tantas veces se nos ha hecho creer, sino que es su intención, es su idea, es su filosofía, y es, su meta.


Pero además, es preciso aclarar -por si alguien a estas alturas todavía no lo sabe- que antes de recibir el primer golpe, la víctima ha padecido un proceso de deterioro mental lento, paulatino, que la paraliza, la anestesia y le impide reaccionar con esa meridiana claridad, con esa lógica con que se ve, se valora y se juzga desde fuera. Y no denuncian porque el silencio, frecuentemente se convierte en cómplice, en aliado. Es el precio que muchas veces paga por seguir viviendo. Porque si hubiera denunciado su situación, probablemente hubiera muerto antes. Y precisamente porque teme por su vida, no denunciar resulta ser -a veces- la mejor manera que conoce de continuar viviendo. O al menos es así como ella lo percibe.


Y sigue sin denunciar, porque necesita creer en las promesas de cambio de él. Y necesita aferrarse a la creencia de que no todo está perdido en la relación. Porque piensa que él está enfermo y que su mal tiene arreglo si ella tiene paciencia y le ayuda. Porque él le ha prometido que va a cambiar y que “a partir de hoy”, todo va a ser diferente.


Está convencida de no poder escapar de la red, densa y tupida, de la tela de araña invisible y de acero que la tiene atrapada. Porque se encuentra perdida y desorientada, no sabe a donde acudir primero... Porque considera que sin él le resultará muy difícil sobrevivir. Y no denuncia porque está convencida de que, vaya a donde vaya, su problema no tiene remedio. Y así se convierte en una mujer anclada en la apatía… es la pasividad como respuesta única a la situación que vive. Porque está convencida que denunciar no cambiará para nada sus circunstancias. Es más, ni siquiera desea denunciar, sólo desea saber qué le está pasando...


Su soledad es infinita, porque el maltratador, antes que nada la aísla, le hacer romper con toda su red social y afectiva, porque no tiene a quien pedir apoyo. Porque la desesperanza se ha apoderado de ella y no acierta a ver una salida posible. Porque siente vergüenza, mucha vergüenza de lo que le está pasando. Porque la sociedad sigue pensando que eso solo le pasa a las mujeres débiles, a las pobres de espíritu, a las marginales. Y siente vergüenza de sentirse débil y marginal. Y no denuncia porque el maltrato viene de quien más ama. Y le enseñaron a ser generosa con quien se ama, y la educaron para “salvar” la relación y velar por la integridad de la familia. Y nadie le advirtió nunca que el maltrato es un delito aunque venga de tu pareja. Nadie le advirtió jamás, que los delitos, aunque vengan del padre de tus hijos, hay que denunciarlos. Porque la sociedad todavía sigue cuestionando si eso que denuncian algunas mujeres es realmente maltrato o es una situación de privilegio legal. Y sigue sin denunciar porque duda de su propia capacidad. Porque la domina el miedo y la desconfianza… porque no siempre tiene pruebas tangibles de la situación que vive. Porque la mujer que lo padece es una víctima, y a las víctimas, siempre les ocurre lo peor, por eso son víctimas.


Porque así es el círculo vicioso de la victimización.


Porque el maltrato que ejerce el machista violento, no se lleva a cabo abiertamente para que se vea. Se hace para que pase desapercibido, para que no se note, para que resulte “justificado” para que parezca algo distinto de lo que realmente es. Porque comienza de forma mínima y se va expandiendo, va ganando terreno hasta dominarlo todo sin que la víctima sepa muy bien donde están los límites.


Otras veces no denuncia por falta de recursos para sobrevivir. Porque cree que no es bueno para sus hijos. Por falta de comprensión, por falta de apoyo. Por la desconfianza de hallar una solución que rompa las cadenas y que dignifique su futuro. Porque teme al implacable juicio social del bulo de las denuncias falsas. Y teme ser acusada y ya no tiene fuerzas para seguir defendiendo su verdad. Porque se las escucha poco y mal y se las juzga mucho y severamente. Porque desconfía de la Justicia, que considera siempre llega tarde y mal y desconfía en fin de unas instituciones bastante politizadas que manejan muchas y variadas cifras estadísticas, pero que no ha conseguido ganarse la confianza de las víctimas. Ambos colectivos viven muy alejados de la realidad de su vida….


Porque ha comprobado que los “expertos” y las “expertas” que aseguran entender tanto de violencia contra la mujer, resulta que a ella ni la escuchan, que no son capaces de ofrecerle la comprensión y el apoyo que ella necesita. Y acaba sintiéndose utilizada también por los “expertos” y las “expertas”. Porque sabe que los mitos acerca del maltrato están muy arraigados. Y siempre habrá quien dude de su palabra, quien piense que algo hace ella mal para que su pareja la maltrate. Y no denuncia porque ve, cada día, como la sociedad solo reacciona contundentemente cuando hay otra muerta más. Parece como que, si no hay muerte, no vale, porque todo lo demás son denuncias falsas.


Y no denuncia porque no es práctico, porque no es operativo, porque no da resultado, porque no es la solución, o al menos, no es su solución....


Y porque a veces, las mujeres que denuncian y se les pone orden de protección, también son asesinadas.


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